Una manera de contrarrestar el elevado déficit de calcio y vitamina D sería consumiendo las tres porciones diarias de lácteos recomendadas. Los lácteos son fuente de calcio con muy buena biodisponibilidad y vitamina D. También aportan proteínas de alta calidad, vitaminas A y B, fósforo y magnesio. Entre los lácteos, el yogur -como alimento fermentado- se diferencia por su aporte de microorganismos vivos. Si tiene probióticos, otorga beneficios adicionales para modular la microbiota intestinal y el sistema inmunológico.
Otro de los datos que aporta el relevamiento de CEPEA es que los alimentos que integran la alimentación de los niños argentinos son reflejo de una dieta muy poco diversa, ya que no más de 35 alimentos son los más característicos o representativos: entre los más consumidos en el grupo de buena calidad se destacan la leche en sus diversas formas, milanesa de pollo rebozada, papa, huevo, pollo, banana, tomate, cebolla, manzana, naranja y zanahoria.
Entre los de calidad media aparecen el pan, fideos, arroz, yogur endulzado, pizza, carne vacuna, galletitas crackers, milanesa de carne vacuna rebozada y quesos. Mientras que aquellos del grupo de baja calidad están compuestos por azúcar en preparaciones hogareñas, gaseosas y jugos, galletitas dulces, bizcochos salados, salchichas, tapas de hojaldre, mayonesa, manteca, helados, hamburguesas comerciales, facturas y alfajores.
Luego de analizar los datos del relevamiento, los especialistas de PROFENI coincidieron en 5 (cinco) rasgos dietarios que deben movilizar acciones decididas en política nutricional. Ellos son:
Resignificar la presencia y consumo frecuente y adecuado de alimentos de origen vegetal (legumbres, granos y cereales integrales, hortalizas, frutas y frutos secos).
Del mismo modo privilegiar como buenas fuentes proteicas a legumbres, yogur y leche y huevo.
Asegurar el consumo recomendado de lácteos como fuente relevante de los nutrientes más deficitarios, en especial el consumo de yogur por su condición de alimento fermentado.
Disminuir el exceso de consumo de azúcar en diferentes alimentos, pero en especial bajo la forma de azúcar agregado en infusiones y preparaciones hogareñas, bebidas azucaradas y galletitas dulces y facturas.
Moderar los consumos excesivos de alimentos feculentos (verduras o frutas ricas en fécula y cereales) y de carnes (en la actualidad la carne de pollo presenta niveles de consumo prácticamente equivalentes a los de carne vacuna).