El fin del conchabo en la gestión libertaria implica un antecedente más en la larga carrera de Barra en el Estado, que comenzó en 1974 cuando Alberto Ottalagano, interventor de la Universidad de Buenos Aires del gobierno de Isabel Perón y autor de “Soy fascista, ¿y qué?”, lo nombró delegado interventor de la Escuela de Servicio Social. El entonces joven abogado, egresado de la Universidad Católica Argentina y colaborador del Opus Dei, reestructuró el plan de estudios de la carrera y adecuó el plantel docente a las exigencias del interventor fascista, y dejó el cargo recién en 1977, en pleno de terrorismo de Estado. En los ’60 había militado en la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios (UNES), uno de los brazos del grupo ultranacionalista Tacuara, y había sido detenido por un atentado contra una sinagoga.
Su apogeo en la actividad pública, siempre al servicio de privados, fue durante el gobierno de Menem. Cuando arrancó la ola de privatizaciones era viceministro de Obras y Servicios Públicos, en la gestión de Roberto Dromi. Entre 1990 y 1993 fue juez de la Corte Suprema diseñada a medida por el riojano, y en 1994 se convirtió en su ministro de Justicia hasta 1996, cuando renunció por las revelaciones sobre su afinidad con el nazismo en su juventud, que publicaron Página/12 y la revista Noticias. Ese mismo año fue designado presidente del directorio del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (ORSNA). A fines de 1999, durante el gobierno de Fernando de la Rúa, asumió al frente de la Auditoría General de la Nación, hasta febrero de 2022.
El candidato
Cuando aún no se había confirmado la eyección de Barra, en Casa Rosada ya sonaba el nombre de su posible reemplazante: el abogado y doctor en Historia Económica (ESEADE) Ricardo Rojas, autor de "La inflación como delito". Su perfil se adecúa ya que se desempeñó como secretario letrado de la Corte Suprema, entre 1986 y 1993, y fue juez en lo criminal de Buenos Aires. El letrado cuenta con la admiración del mandatario, que consulta sus trabajos; incluso sus libros son vendidos por el club de lectura que se autodenomina Libros Libertarios, y su paso por la Fundación Friedrich A. von Hayek, como director ejecutivo, le suma puntos en la selección.
El año pasado, Milei recomendó su libro sobre la inflación, en el que Rojas plantea meter presos a los funcionarios que toman como política la emisión de dinero. “Este es el libro que todo los políticos chorros no querrían que leas, ya que te deja en claro la estafa de la que se trata el Banco Central y el robo vía la política monetaria. La defensa del BC es sinónimo de ser un delincuente”, escribió Milei en su cuenta de X.
Fusibles libertarios
“Con la renuncia del Procurador del Tesoro de la Nación, Rodolfo Barra, ya son 115 los funcionarios/as políticos que han dejado el gobierno de Milei. A razón de dos renuncias/despidos por semana desde el 10 de diciembre de 2023”, precisó el politólogo Pablo Salinas, que además desmenuzó las bajas según los ministerios o reparticiones de sus protagonistas. A la cabeza se ubica el Ministerio de Economía (35 bajas, 30 por ciento del total), materia en la que Milei perdió varios soldados, inclusive antes de asumir como presidente. Le sigue el Ministerio de Capital Humano (25 bajas) y completa el podio la Jefatura de Gabinete, que encabezó en los primeros meses el silencioso Nicolás Posse. El extenso listado incluye a la excanciller Diana Mondino, al exministro de Salud, Mario Russo, y al de Infraestructura, Guillermo Ferraro.